
De la misma manera como éste ha sido el tema central de conversación en muchos espacios, también ha sido un foco de discusión que el 31 de octubre haya sido declarado feriado. Para algunos, esto era algo más que exagerado e innecesario. Para otros, solamente una señal política con el fin de obtener más votos en pro de mantener el gobierno de turno. Y hay otros, grupo no menor, que cree firmemente que este 31 es la respuesta justa ante tanto sacrificio que muchos de los antepasados, líderes y modelos abnegados entregaron por amor al Evangelio.
Independientemente de muchas opiniones que podamos escuchar, lo importante y definitivamente relevante es por qué nos declaramos evangélicos y por qué tenemos nuestra mira sólo en lo Alto y en Cristo. Sin lugar a dudas, que el decreto del año 2005 en manos del ex Presidente Ricardo Lagos, nunca dimensionaría 10 que en tres ciclos después se iba a lograr. Ya el reconocimiento hacia la labor de las Iglesias Evangélicas, mediante la declaración del 31 de octubre como el Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes, era un gran logro. Y, ahora aún más, al tener este reconocimiento masivo y público de la fe evangélica, hecho tangible mediante un festivo en el país.
Pero el análisis debe darse mucho más allá. Lo importante es poder reflexionar en qué significa ser un buen cristiano y qué implica declarar que profesamos la iglesia evangélica. Más allá de tener un feriado, es poder entender responsablemente qué significa decir "soy evangélico". Estoy segura, que muchos de quienes leen estas líneas, no tienen la convicción o el conocimiento de lo que sucedió un 31 de octubre de 1517: Martín Lutero, un monje, fue capaz de desafiar el sistema imperante que promovía la Iglesia Oficial. El paso de Lutero al clavar las 95 tesis (propuestas desafiante s al modelo vigente), daría pie a lo que conocemos como Reforma Protestante. Pero, al contrario de lo que muchos piensan, Lutero no quería lograr una gran reforma. Lo que su corazón anhelaba era volver a los orígenes, a los propios cimientos del Cristianismo. Esto, porque el contexto estaba distorsionado y no calzaba con los principios que regían en la Biblia.
Entonces. ¿qué hay de ese 31 de octubre de 1517, con el 31 de octubre que vivimos hoy? ¿Cuántos estamos luchando verdaderamente por un cristianismo genuino, capaz de reformar y transformar a nuestra sociedad? ¿Somos responsables y capaces de decir algo frente a este Mundo? ¿Qué hay de la imagen de Lutero en el contexto de hoy?.
Este festivo a nivel social tiene una gran carga significativa, al entender que es el propio contexto chileno mediante sus autoridades, que nos ha traspasado la misión de seguir afectando a todo el entorno en el que estamos insertos. De nosotros depende, que las futuras generaciones, sigan valorando el rol responsable de lo que significa ser Cristiano en la Sociedad de hoy. La palabra de Dios dice que la “Creación gime por la manifestación de los hijos de Dios”. Tanto tú como yo, somos esos hijos e hijas del Creador y si nosotros no somos capaces de influir y transformar el contexto actual, el futuro no será muy próspero.
Lo que hicieron nuestros mártires y líderes cristianos, es digno de imitar. Que nosotros gocemos viendo el reconocimiento en los medios de comunicación, significó un alto precio de hombres y mujeres del ayer. Aportemos para el mañana de nuestros hijos e hijas. De nosotros depende que una futura generación de cristianos sea posible.
Si bien para muchos de los chilenos y chilenas, será un color rojo más en el calendario (que se suma ya al 1 de noviembre), quienes concebimos a Jesús como nuestro Maestro y nos declaramos evangélicos, el simbo1ismo es potente. La señal es que la lucha por el ideal genuino de la fe en Cristo, tiene su recompensa. Sigamos adelante para perpetuar este valor en nuestra sociedad.
Alejandra Riveros
Revista La Vitrina (Nº 195 Año 2008)